Comedores escolares y educar en alimentación

El 40% de los niños entre 6 y 9 años padece sobrepeso u obesidad.

Lo dice el último informe Aladino sobre Alimentación, Actividad Física y Desarrollo infantil presentado por el Ministerio de Consumo. En adultos sube aún más, 61% en los hombres, y 46% en las mujeres. Se habla mucho de las causas de esta situación: el sedentarismo en los niños, los alimentos procesados, y las comidas a deshoras son algunas de ellas, pero se habla menos de nuestra relación emocional con la comida y si estamos educando y encauzando correctamente esta relación.

Más allá del trabajo que la familia hace en casa en este sentido, el comedor escolar es un lugar perfecto para trabajar no solo una alimentación sana, sino una relación sana con la comida desde la infancia. En la actualidad, el servicio de comedor en los colegios en muchas ocasiones está enfocado como eso, un servicio, obviamente se trabaja el acostumbrar a los niños a comer de manera saludable (a través de un menú sano y variado), pero el momento de la comida se gestiona en cortísimos turnos en los que las variables de velocidad y limpieza son lo más importante. Por eso econtramos siempre comedores abarrotados de mesas y sillas, mobiliario que se limpie y ordene rápido y, en general, una atmósfera industrial que poco tiene que ver con los niños. Los comedores escolares son espacios residuales muchas veces sin luz natural, lugares ruidosos y poco agradables en los que se espera que el niño/a se coma todo y rápido.

El comedor escolar lugar de aprendizaje y convivencia

Existe sin duda una oportunidad para transformar estos comedores en espacios de convivencia y aprendizaje, lugares con una atmósfera relajada, en los que la conversación tenga un lugar importante, en los que aprendan que comer despacio y sin ruido es fundamental para nuestra salud, que comemos para darle a nuestro cuerpo y a nuestra mente lo que necesitan para funcionar mejor, y que la comida nunca es un sustituto o un apoyo en situaciones emocionales difíciles.